La playa es ese espacio que muchos se pasan todo un año anhelando pisar. Un lugar idílico para tantos a los que les gusta tirarse a tomar el sol durante horas, pasear, tomar el baño o, simplemente, leer bajo la sombrilla que estrenan. Es ese sitio en el que, cuando llega el verano, se encuentran familias que hacía doce meses que no se veían y en el que, los primeros días, empiezan a contar qué tal ha ido el largo invierno en sus respectivos espacios vitales.

Pero las playas también son un lugar que otros muchos repudian. La aglomeración, los niños jugando en la orilla, los que juegan a las palas y siempre tiran la pelotita hacia la zona de toallas o los gritos de los mayores a esos pequeños que no quieren salir del agua, son escenas que, en ocasiones, echan para atrás incluso a los más enamorados de la costa. Estas son situaciones que se repiten, sobre todo, en las zonas urbanas, en aquellas con mayor densidad de edificios y, por, tanto, de población.

En la comarca de la Safor, sin embargo, hay varios puntos en los que, por suerte, no llegó la fiebre de ladrillo. Playas naturales en las que se puede disfrutar igual del agua y el sol pero en un ambiente mucho más tranquilo y alejado del bullicio de las zonas urbanas.

De norte a sur, el primer ejemplo con el que se encuentra el turista son dos kilómetros de playa virgen entre Tavernes de la Valldigna y Xeraco. Es el espacio donde lindan los dos términos municipales. La principal riqueza de esta zona, más allá de la ausencia total de grandes edificios (existen algunas casetas) es su cordón dunar. Se trata de un espacio protegido, que cuenta con una vegetación única y el lugar donde habita y anida, entre otras especies, el chorlitejo patinegro, una especie sobre la que existe una sensibilidad especial al estar amenazados su hábitat precisamente por culpa de la alta densidad constructora de los últimos años.

Una vez superada la zona urbana de la costa xeraquera, y siguiendo hacia el sur. está la playa de l´Auir. Se trata de un espacio natural de gran riqueza con dos kilómetros de longitud y una anchura media entre la duna y el mar de 120 metros. Además de ser un lugar muy tranquilo, esta zona cuenta con dos atractivos añadidos. Cuenta con un espacio para nudistas y, además, también contiene la playa para perros que cada año habilita el Ayuntamiento de Gandia.

La playa de l´Auir es uno de los espacios sin urbanizar más vastos de la costa valenciana y está pegada al marjal de la Safor, de ahí su indudable valor ecológico.

Ya en Oliva, una vez atravesadas las playas de Gandia, Bellreguard, Guardamar de la Safor y Piles, pegada a esta última, se encuentra la playa de Terranova.

Con una longitud de 1,7 kilómetros, este espacio, como los dos anteriores, también cuenta con muy poca urbanización, lo que la convierte en un lugar más tranquilo para los bañistas que buscan alejarse de ese bullicio.

Su principal atractivo es que está rodeado de cítricos y también cuenta con algunos espacios dunares aunque no tan bien conservados como en el de las otras dos playas. Uno de los atractivos de esta zona es que mezcla el agua salada del mar con un manantial de agua dulce, denominado El Tou o el Clotal. La anchura media de la zona de arena de esta playa es de 80 metros.