La serie 'Los Paisajes Turísticos Valencianos, Valiosos, Valorados', elaborada por la Universitat de València (UV) y la Agència Valenciana del Turisme (AVT) nos lleva hoy a descubrir uno de los tesoros naturales y paisajísticos de la provincia de Castelló: El Desierto de Las Palmas en el que A Mi Aire se adentra de la mano de Juan F. Mateu Bellés, del Dpto. de Geografía de la UV.

La declaración del Paraje Natural del Desert de les Palmes en 1989 por parte de la Generalitat Valenciana reconoce los valores naturales, culturales y paisajísticos que concurren en esta sierra litoral de la Plana, y apuesta por su protección y gestión responsable. Dentro del Paraje existen entornos naturales muy diversos (Agulles de Santa Àgueda, les Santes, valle de Miravet, etc.) y valiosas herencias patrimoniales (castillos, ermitas, etc.). En el centro del Paraje Natural, se halla el gran recinto conventual carmelitano (siglo XVII) que desde 2005 está reconocido como Bien de Interés Cultural.

El macizo del Desert de les Palmes - paralelo al mar, agreste, de tonos rojizos dominantes - está formado por una sierra, NE-SW, con la vertiente occidental de declive rápido y la oriental que desciende hacia el mar. El macizo está formado por grandes bloques fallados, desnivelados y escalonados hacia el mar. En la cuerda principal se sitúan Sufera, el Bartolo (729 m), Huguet, la Mola o Morito y la Roca Blanca; en el siguiente peldaño se hallan les Agulles (537 m), la Comba, Montornés y la Parreta; en la alineación más próxima al mar, Santa Àgueda (247 m), Corvatxos, Molinàs, etc. El escalonamiento de bloques da lugar a pequeños valles paralelos al litoral (Miravet, les Santes, barranc de la Magdalena) que constituyen valiosos enclaves ecológicos. Por su parte la finca carmelitana es un gran recinto natural, cóncavo, circundado de montañas que dejan una amplia abertura hacia el mar.

La vegetación potencial del Paraje Natural del Desert de Les Palmes es un bosque mediterráneo de carrascas y alcornoques y, en enclaves muy favorables, robles. Por su parte los pinares sólo formaban comunidades permanentes en las crestas más expuestas al viento, de fuertes pendientes y suelos margos y muy secos. Pero la vegetación climatófila del Paraje Natural se halla muy degradada por la acción humana (pastoreo, carboneo, abancalamientos, incendios, etc.).

El Paraje Natural contiene un variado y valioso patrimonio cultural que documenta formas humanas de habitar y explotar el macizo, de usar sus fuentes, de gozar de sus panorámicas 'alpinas'. Hay recintos defensivos, ermitas, masías, abancalamientos, huertas, corrales, acomodados chalets y también símbolos paisajísticos culturalmente otorgados. Por tanto, el macizo - inmediato a los núcleos de Cabanes, La Pobla de Tornesa, Borriol, Castelló de la Plana y Benicàssim ha destacado por una intensa presencia humana a lo largo de la historia. En la vertiente oriental del macizo, tres castillos islámicos (Miravet, Montornés y la Magdalena) dominan un extenso territorio litoral (caminos, alquerías, huertas, prados costeros, etc.).

El convento carmelita es la construcción más significativa. Existen dos conventos, el viejo, y el segundo, el cual hace actualmente las funciones de monasterio. El monasterio viejo se encuentra en estado ruinoso, con apenas un muro en pie. Prácticamente fue todo derribado y aprovechados sus materiales para la construcción del nuevo convento, erigido en el bancal de la Portería, en una explanada.

La orden del Carmelo lo eligió como sede de uno de sus desiertos

Llama la atención la denominación de desierto a estas montañas cuando presentan la vegetación más frondosa de todo el entorno. El término tiene un origen histórico y no paisajístico, ya que en 1697 se instaló en estos parajes una comunidad de religiosos carmelitas, cuya orden denomina 'desiertos' a los lugares dedicados al retiro espiritual lejos del mundanal ruido. Como en la zona abundan especialmente los palmitos, todo el paraje pasó a denominarse 'Desert de les Palmes'. Por su condición de desierto humano, la ladera oriental del Bartolo - enmarcada entre les Agulles de Santa Àgueda y el castillo de Montornés - fue adquirida en 1691 para la fundación de un desierto carmelitano que sigue vigente en la actualidad.