Calificación: **½ Dirección: Craig Zobel. Guion: Nick Cuse y Damon Lindelof. Fotografía: : Darran Tiernan. Música: Jesús Díaz. Intérpretes: Betty Gilpin, Hilary Swank, Ike Barinholtz, Ethan Suplee, Emma Roberts, Amy Madigan, Reed Birney. Duración: 90 minutos. País:EEUU. Año: 2019.

Es una nueva y no demasiado brillante lectura de un clásico de acción y de misterio de comienzos del cine sonoro, titulado en España 'El malvado Zaroff', que no hace olvidar casi en ningún momento las numerosas versiones que se han hecho hasta ahora. Tanto es así que uno prefiere recrearse de nuevo en el largometraje de 1932 que dirigieron Irving Pichel y Ermest B. Schoedsack, a pesar de que ya han pasado 88 años, que asistir a una sesión de violencia generalizada y gratuita que es lo que ha prevalecido desde entonces en los sucesivos remakes.

Un ejemplo palpable de ello es esta recientísima incursión en su universo que nos llega procedente del Festival de Sundance de la mano del director Craig Zobel. Estamos ante el cuarto largometraje de una cinta que, aunque intenta dar una mirada diferente e imaginativa del relato, no aporta elementos con el suficiente rigor e interés como para conectar de lleno con la trama. Zobel, en efecto, sabe hacer cine y su propuesta es original, si bien no consigue aportar a la película el toque de terror que requería.

El comienzo es peculiar, ya que los personajes llegan a un destino ignorado sin saber nada, ni de cómo lo han hecho ni de por qué están allí. Apenas unos minutos después los primeros disparos y las consiguientes víctimas empiezan a aportar datos. Eran doce al llegar y todo indica que se han convertido en el objetivo de unos caprichosos señores del dólar, especializados en organizar conspiraciones políticas en las alta esferas del poder, algo que llevan a cabo mediante una cacería en la que el hombre es la víctima y el verdugo.

Es difícil sacar conclusiones de una situación límite cuando los diálogos apenas dicen nada, pero es cierto que los minutos finales son clave para que la jornada de caza adquiera su verdadero sentido. Es, además, un momento impagable para poner fin a una veda que conduce, eso sí, a ser testigos del enfrentamiento antológico entre dos grandes actrices: Betty Gilpin y la doble ganadora del Óscar por Boys don’t cry en 1999 y por Million dollar baby en 2005, Hilary Swank.