Ahora toca el turno del poli malo, o del Consejero, que sin ningún recato se atreve a decir públicamente que la gastronomía ha estado muy mal tratada no sólo por sus años de gestión, sino siempre. Y no le entra titubeos al decir eso. Ahora vamos a tener más margen, es su propuesta de futuro.
El Consejero repite, más ampliado porque aquí es él quien controla el tiempo que pagó en Madrid Fusión, el mismo discurso que hizo hace unos días en el Congreso madrileño. Haciendo especial hincapié en tres de sus cuatro puntos. La espontaneidad, lo intuitivo de la cocina de aquí, y lo emocional. Parece que está muy interesado en dejar cual es la hulla que se debe seguir. Ahora no argumenta que es una cocina discreta.
Todas las cocinas son espontáneas. Nacen de lo que hay a su alrededor. Pero muchas han tratado de proteger su entorno y ponerlo a salvo, ¿ocurre esto aquí con nuestra huerta, con nuestros mares? ¿No deberíamos mirar el ejemplo de las cocinas del norte o de las cocinas peruanas y de América del sur? En cuanto al término intuitivo, si atendemos a lo que dice Ferrater Mora: aquel conocimiento que es directo e inmediato, sin intervención de la deducción o del razonamiento, siendo habitualmente considerado como evidente, parece que en nuestra cocina hay demasiados platos reflexivos, llámense Pastel de Carne, Paparajote o Zarangollo. De lo emocional prefiero no decir nada. Toda cocina buena, sabrosa y natural llega a emocionar.
Pero tal vez el mayor disparate oído sea que los miembros de la Academia pertenecerán el entorno social, político, académico y económico. Así que la gente del sector, llámense profesionales, investigadores, periodistas y otras raleas no estarán más que para recoger los premios que los mandarines, como diría Miguel Espinosa, dispongan. Ver para creer. El poli malo se oye, le gusta oírse, pero lo que dice, está claro, no se lo cree. Ni se le ocurre.