Barrer, ese es el lema de la CUP. El cartel inspirado en la iconografía leninista de la época en el que piden el voto para el referéndum independentista del 1 de octubre es clarificador de sus inminentes propósitos. Barrer todo lo que suene a cultura y a historia. Da igual que se llame Machado, Garcilaso de la Vega, Quevedo o Goya. Barrer todo aquello que no les gusta y que consideran reaccionario para sus intereses excluyentes, xenófobos y nacionalistas. Entiendo ahora la falta de sensibilidad y, sobre todo, de cultura de la CUP.

Los nazis hacían pilas enormes de libros y les prendían fuego. Todo aquel que no defendiera la supremacía de la raza aria era enemigo del pueblo alemán.

Los anticapitalistas de la CUP quieren eliminar del callejero, pero no por la Ley de Memoria Histórica, sino por la ley que ellos mismos han dictado en los Ayuntamientos donde gobiernan como es el caso de Sabadell, los nombres de aquellos intelectuales y artistas que consideran "centralistas" o "españolistas", incluso, franquistas aunque no hubieran conocido ni vivido la dictadura de Franco. Da igual. Todo cabe en su ignominia.

¿Revanchismo, provocación o ignorancia?. ¿O las tres cosas a la vez?. Que está gente con la ayuda de ERC y Junts pel Sí, tenga la llave de la gobernabilidad en Cataluña es un auténtico despropósito.