La victoria de Ciudadanos, a costa del varapalo que ha sufrido el PP, cuyo candidato, el señor Xavier García Albiol, todavía no sé a qué está esperando para presentar su dimisión y de paso también el señor Rajoy debería hacer algo de autocrítica por estos pésimos resultados que ha cosechado el PP, no ha sido suficiente para que los partidos constitucionalistas conformen un gobierno en Cataluña, tras las elecciones del pasado día 21 de diciembre, donde se confirma la mayoría absoluta del bloque independentista, con el partido de Puigdemont, Junts per Catalunya, a la cabeza, siendo más que probable, la reedición del tripartito con ERC y la CUP, con lo cual, volvemos a un escenario similar al que teníamos antes de las elecciones.

La bolsa reaccionó a la baja, con una caída del 1,19% nada más conocerse los resultados, lo cual vaticina un poco por donde van a ir los tiros, si no se llega a algún tipo de acuerdo con el Gobierno de la nación, que confiera tranquilidad a los mercados y a las empresas para que no sigan huyendo en desbandada, como han hecho hasta ahora. No se puede continuar con esta situación de incertidumbre porque la economía se resiente y eso repercute en el empleo y en el bienestar de los ciudadanos.

De ahí la importancia de que una vez se conforme el nuevo gobierno, se abra la puerta al diálogo, sin una hoja de ruta predeterminada de antemano por ambas partes. Hay que aprender de los errores pasados para no volverlos a cometer y en la legislatura anterior se cometieron demasiados. Es el momento de la política con mayúsculas. Falta por ver si los políticos estarán a la altura de las circunstancias o no. Confiemos esta vez en que sí.

Los que pensaban que solo con la ley en la mano y con la aplicación del artículo 155 de la Constitución se arreglaba el problema catalán, erraron en sus cálculos porque el problema lejos de remitir, persiste y en la situación en franca minoría en la que ha quedado el PP es más difícil de sostener. Si estas elecciones han servido para algo es para reforzar la tesis de que la solución al conflicto catalán pasa por un referéndum pactado con el Estado y con garantías.