Desde que se iniciaron la protestas contra el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, el número de muertos se eleva a 76 y las cifras crecen día a día. El último ha sido un joven de 22 años al que un agente de la Guardia Nacional Bolivariana le descerrajó un tiro a bocajarro que le causó la muerte. Sin embargo, el presidente venezolano niega que la policía use armas contra los manifestantes y tiene el cinismo de afirmar que " las armas mortales están prohibidas".

Un país que ocupa el primer lugar en el ranking por muertas violentas y uno de los más peligrosos del mundo.

Maduro sigue aferrado al poder, ajeno a las protestas sociales y al clamor de una oposición que ganó democráticamente las elecciones legislativas de 2015 y que reclama elecciones libres y la liberalización de todos los presos políticos.

Su decisión de convocar elecciones para la Asamblea Constituyente el próximo 30 de julio son una maniobra política sin ninguna legitimidad y una autentica pantomima para no acatar la legalidad vigente.

Nicolás Maduro quiere acallar a la oposición y amedrentarla a base de la represión policial que se practica en las calles de Caracas.

Estos días escuchábamos una grabación en la que se podía oír al líder opositor Leopoldo López denunciando torturas desde la cárcel en la que se encuentra preso, pidiendo a gritos que denuncien su situación. Su mujer Lilian escuchaba impotente los gritos de auxilio de su marido a unos cientos de metros del penal donde cumple una condena de 15 años, bajo la falsa acusación de instigar una revuelta que se saldó con varios muertos y donde se urdieron pruebas falsas, como denunció el fiscal, para condenarle.

Mientras tanto Maduro sigue haciendo oídos sordos a las demandas sociales y arrogándose cada vez mas de mayores poderes para perpetuarse en el poder.

A la falta de medicinas y productos de primera necesidad como harina o aceite, las tiendas están desabastecidas y las pocas que quedan han sido saqueadas, se une una crisis institucional, que ha llevado al país a una situación de emergencia nacional.

Es una auténtica vergüenza, el silencio de la comunidad internacional y la deriva que están tomando los acontecimientos en Venezuela de constante vulneración de los derechos humanos y de falta de libertades.