Nos hemos olvidado que la política es ante todo negociación. Es pactar con el resto de fuerzas políticas, sobre todo, en un escenario como el actual, donde ya no hay mayorías absolutas, ni rodillos y todo debe pasar por el tamiz del diálogo. Sin embargo, estamos acostumbrados a otra clase de hacer política. La de presentar enmiendas a la totalidad. Da igual lo que se presente. Muchas veces el no va por delante antes, incluso, de conocerse lo que se va a aprobar o a presentar. La cuestión es oponerse por principio. Pero hacer oposición es otra cosa bien distinta o, al menos, debería de serlo. Criticar lo que sea criticable y mejorable, presentando propuestas y apoyar todo aquello que beneficie al conjunto de los ciudadanos.

Los partidos están que trinan por el acuerdo al que han llegado el PP y el PNV para la aprobación de los PGE. De momento se ha salvado el primer escollo. Algunos confunden mercadear con negociar. El PNV ha vuelto a poner en valor la dinámica de la negociación frente a los que apuestan por el inmovilismo.

Los nacionalistas vascos han sido muy hábiles y muy listos, ambas cosas a la vez, y han aprovechado la situación de un gobierno en minoría, necesitado de apoyos para aprobar las cuentas públicas y asegurarse continuar la legislatura con cierta estabilidad para obtener ventajas no solo en el cupo vasco, con una rebaja importante en el dinero que el Gobierno vasco paga al Gobierno central por las competencias no transferidas sino también en inversiones en infraestructuras, en I+D+I y en otras partidas presupuestarias.

¿Por qué no ha hecho valer su fuerza Compromís, que tiene un diputado menos que el PNV, a cambio de mejorar las inversiones en los actuales PGE, que dejan a la Comunidad Valenciana, de nuevo, como la gran olvidada, con una caída de la inversión superior al 30%? No. Han preferido presentar una enmienda a la totalidad. ¿Qué hemos ganado los valencianos con esa enmienda a la totalidad? Nada.

En el otro lado han quedado los grupos nacionalistas catalanes, cuyo único argumento sigue siendo la convocatoria del referéndum de independencia y la desobediencia a las leyes del Estado.