Hace unos días leía en este mismo periódico, que el párroco de Favara, Juan Enrique Pascual Tomás, que también lo es de otras dos poblaciones de la Ribera Baixa había sido vetado en el libro de fiestas de este municipio valenciano por parte del consistorio municipal, gobernado por Compromís.

El libro de fiestas que imagino que se sufraga, por una parte, con donaciones de particulares y por otra, con dinero público, siempre ha tenido un espacio dedicado al saluda del párroco, al igual que al alcalde o alcaldesa en este caso. No pasa nada porque se dé cabida a otras instituciones o asociaciones de ámbito local, artísticas o culturales, pero eliminar por razones puramente ideológicas a una institución como la Iglesia, atenta contra la libertad de culto de muchos vecinos, que profesan la religión católica y que conste que quien suscribe estas líneas no es en modo alguno modelo de buen católico sino más bien al contrario, pero me rebelo contra los abusos por parte del poder establecido y, sobre todo, cuando se trata de decisiones arbitrarias, con un tinte ideológico anticlerical importante.

Cuando uno se presenta a unas elecciones y es elegido por los vecinos de un municipio para desempeñar el cargo de alcalde, independientemente del partido que represente, lo es de todos los ciudadanos. De todos. Es decir, de católicos, ateos, agnósticos, de izquierdas o de derechas, pobres y ricos. Esto qué es tan de sentido común, muchos lo olvidan y utilizan el cargo que ocupan para hacer política partidista y sectaria en función exclusivamente de sus intereses o del partido que representan y no del conjunto de los ciudadanos.

Lo hacen con la Iglesia, pero también cuando tienen que contratar a grupos musicales o artistas. El criterio por el que se rigen muchas veces es por la afinidad política en lugar de considerar otros valores que deberían primar más que el propio sesgo ideológico. Esto lo ha hecho la derecha y lo hace la izquierda también.

Ante el veto del Ayuntamiento, el cura Juan Enrique Pascual ha optado por repartir en la propia Iglesia unas octavillas entre los feligreses para dar a conocer el contenido de su escrito que no es otro, que felicitar a todos los feligreses y vecinos como motivo del inicio de las fiestas patronales. Este es el cometido y no otro.

La labor de la Iglesia en temas sociales y de ayuda a los más pobres y necesitados es incuestionable.

En Fontanars dels Alforins han sido otras las razones, de salud en este caso, como explicaba el propio Antonio Mullor en su página de Facebook, por las cuales este año no habrá saluda del párroco en el libro de fiestas, al no haber podido entregar como todos los años el escrito con la debida antelación para incluirlo en el programa de fiestas.