El ministro de Economía, Luis de Guindos, se mostraba confiado en que la economía española crecerá por encima del 3% previsto inicialmente, lo cual es una buenísima noticia, habida cuenta del mal dato de empleo registrado en el mes de agosto, el peor desde 2011, con un aumento de 46.400 parados más, lo que eleva la cifra de desempleados a casi 3,4 millones de personas.

Ningún otro país de la zona euro está creciendo como lo está haciendo España gracias al tirón de las exportaciones y a la mejora de la demanda interna.

Este crecimiento del PIB debería trasladarse a una reducción de la tasa de paro y a una mejora de los salarios, que permanecen congelados desde la crisis.

La alta temporalidad, la precariedad del empleo y los bajos salarios, que ha traído la reforma laboral del PP exigen un cambio en el modelo productivo y una nueva reforma laboral consensuada con el resto de grupos políticos, con los agentes sociales y con los empresarios, que dé prioridad al empleo fijo y de calidad por encima de otras consideraciones.