Cuando decimos que a ETA la ha derrotado la democracia y el Estado de Derecho, me gustaría pensar que sí y que el acto del otro día, entregando el arsenal fue un acto de rendición y no festivo, aunque los nacionalistas lo quisieran vestir de otra cosa, pero tengo serias dudas, sobre todo, cuando escucho declaraciones como la del etarra Josu Zabarte, apodado "el carnicero de Mondragón", que a preguntas de un periodista, dijo no arrepentirse de los 17 crímenes cometidos. "Yo no he asesinado a nadie. Los he ejecutado" (sic).

Este individuo, que sigue reivindicando la lucha armada y que dice que son otras cosas las que le quitan el sueño, y no las 17 personas a las que les descerrajó un tiro en la nuca, fue condenado a 30 años de cárcel y ya está en la calle, disfrutando de una libertad, que otros por desgracia no podrán tener porque este asesino se cruzó en su camino y acabó con sus vidas.

Las declaraciones de un ex guardia civil perteneciente al cuerpo de élite de la Benemérita en la lucha contra el terrorismo (GAR), relataba en las redes sociales como este "gudari" (guerrero en euskera) se cagó físicamente de miedo en los pantalones, cuando fue detenido en Hernani, tras un tiroteo con la guardia civil, donde resultaron muertos otros dos etarras.

Este malnacido que se cargó a cuatro policías nacionales, que se encontraban en un bar tomando un café, tuvo también la sangre fría de detener una ambulancia, donde había un policía herido y rematarlo en el mismo vehículo.

Como él, muchos etarras, siguen sin arrepentirse de sus crímenes. Muchos se acogieron a la "Vía Nanclares" para ver reducidas sus penas y salir antes de prisión.

Esta posibilidad que se les brindó a los etarras con delitos de sangre, de arrepentirse, no se ha hecho con otros presos, acusados de asesinato, tráfico de drogas o violación. Y saben ustedes por qué no? Porque los etarras siempre han tenido una consideración diferente al resto de los reclusos.

El filósofo Fernando Sabater, siempre tan lúcido y valiente, daba en el clavo: "La paz es el cumplimiento de las leyes. Mientras se cumplan las leyes y se hagan cumplir, estamos en paz. Yo no estoy en guerra con nadie ni ninguna de las personas decentes y normales. Lo que queremos es que la gente que altere la paz, que cometa delitos o los haya cometido, se les condene, se les juzgue y se les meta en la cárcel."