Si el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y el president de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont no se bajan del burro se puede liar una gorda en los próximos días.

Bajarse del burro significa ceder por ambas partes y no esperar a ver qué ocurre el 1-O. El Gobierno deber sopesar, si la solución al desafío nacionalista se va a acallar con la Guardia Civil y la policía nacional en las calles, reprimiendo las protestas, requisando urnas y papeletas o si por el contrario puede enquistar aún más el grave problema del secesionismo catalán y generar una mayor fractura social.

Por parte del president Puigdemont, urge la renuncia expresa a este referéndum ilegal y la vuelta al diálogo, que siempre debió presidir este desencuentro entre ambos presidentes.

El problema del independentismo catalán es un problema de primer orden que requiere una respuesta política y corresponde a los dirigentes políticos buscar soluciones y llegar a acuerdos. Pensar que aplicando solo la ley se resuelve el conflicto es no darse cuenta de la realidad de la situación.