Cuando un nuevo presidente de Estados Unidos toma poder, la Casa Blanca tiene la costumbre de pedir prestado un cuadro a algún museo de Estados Unidos. Por lo general, obras carísimas y exclusivas destinadas a decorar las paredes de la residencia presidencial. Los Trump se encapricharon de la obra ´Paisaje en la nieve´, de Vincent Van Gogh, pero el Guggenheim de Nueva York se negó y les ofreció otra alternativa: una escultura del artista italiano Maurizio Cattelan, un retrete de oro macizo que simboliza la exuberancia y la frivolidad de las grandes fortunas. Todo un guiño malévolo de la pinacoteca al magnate.

El museo respondió a la Casa Blanca que el cuadro de Van Gogh se mueve de allí en raras ocasiones -una de ellas para ir al Guggenheim de Bilbao- y que debía quedarse en la colección permanente de la pinacoteca neoyorquina. Es conocido el gusto barroco de Donald Trump por toda la decoración y ornamentos que tengan que ver con el oro, como se aprecia en las pomposas y recargadas paredes de las habitaciones de la Torre de Nueva York que constituía su vivienda principal hasta trasladarse a Washington.