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Somos oro

Somos oro

Valencia es oro. El Maratón Trinidad Alfonso se ha convertido en un evento que supera a todos los niveles a cualquier gran premio de F1 o a la America´s Cup. La ciudad se vuelca con el Maratón y ayer lo pude vivir en primera persona como participante. Nunca había hecho una carrera de esta distancia. De hecho, nunca había corrido más de 33 kilómetros y fue en un entrenamiento largo para preparar el Maratón de ayer. Que me estrenara en la mítica distancia en Valencia no es casualidad. Si algún día cometía la locura de lanzarme a este reto tenía que ser en mi ciudad. Y disfruté como un niño.

El ambiente que envolvió a la carrera me recordó al de la Behobia-San Sebastián, donde miles de personas forman pasillos al más puro estilo Tourmalet para alentar a los corredores. Ayer en Valencia hubo zonas donde cruzamos pelotones de gente que corrieron a animar. Batukadas, comisiones de falla, Vicent Marco que estuvo de «De Categoría» en la Plaza del Ayuntamiento? Y ningún problema de señalización, ni de aglomeraciones, ni en la salida ni en la llegada a meta. De 10.

Iba bien acompañado por mis amigos Viken, Juanjo y Dani, por nuestro entrenador Germán y por miles de corredores anónimos. El día, meteorológicamente hablando, fue perfecto. Quizá un poco de viento que pudo afectar a la élite, pero no a populares como nosotros. Las nubes cubrieron el cielo desde la salida hasta que faltaba una hora para nuestra entrada a meta, donde el sol lució radiante para la foto que Álex Heras nos hizo a Viken y a mi mientras Joxe Speaker cantaba nuestros nombres cuando el reloj marcaba las 4 horas y 5 minutos.

Fue una carrera especial, cargada de emociones. Me tuve que contener varias veces para que las lágrimas no me bloquearan. Estaba mi familia esparcida por los 42 kilómetros. Los vi a todos, incluso me paré a saludarlos. Mi mujer, mis hijos, mis padres, mis sobrinos, mi cuñada, mis primos Rafa y Willy... Mi hermano Jon nos acompañó en el tramo conocido como «muro», ahora ya sé porqué. Estás lejos de la meta aún y en las piernas empiezan a aflorar dolores provocados por las lesiones de una triste vida deportiva repleta de esguinces y golpes. Gracias, Jon, por esos 5 kilómetros de charreta y ánimos. Vi a muchos amigos por el recorrido. Mete corrió varios kilómetros con nosotros con una camiseta de fabricación casera con nuestros nombres. Bailé incluso con María Beltrán en Plaza España. No podía faltar Ximo Tamarit, quien posiblemente me metió en la cabeza la idea de hacer un maratón, hace ya varios años. Ahí estaba, discreto, en una rotonda de Tres Cruces animando. Y gracias también a Bea, a Pilar y a Maite por sus gritos de aliento en Campanar. Y aquellos que siguieron nuestra humilde hazaña por la aplicación oficial y enviaron mensajes de felicitación a través del whatsapp y de las redes sociales.

Y si hubo un persona por la que me alegré que todo fuera perfecto es por mi compañero de fatigas en esta locura. Viken superó un cáncer el pasado año. Y vaya si lo superó. El tío se zampó ayer el Maratón como quien se come un bollo. Desde el pasado agosto, hemos pasado más horas juntos que con nuestras familias. Hemos hecho kilómetros para aburrir. Por lugares recónditos, por montañas, por pueblos, y por cualquier calle de Valencia. Es un ejemplo de superación para cualquiera. Gracias por tu ejemplo, Viken. Somos oro. Eres oro.

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