El barcelonés Cesc Godoy exprimió al máximo la celebración de su triunfo en la meta del Campeonato de España de Triatlón (1.500 metros de natación, 40 kilómetros en bicicleta y 10 a pie), en la Marina Real de València. Nada más encarar la pancarta, aflojó el ritmo, se puso a andar y a chocar las manos con los espectadores, antes de arrodillarse ante la cinta, levantarse y alzarla como si estuviese ofreciendo su sacrificio a alguna figura divina. La dedicación iba a su familia, a la que luego apuntó con el dedo desde la alfombra azul. El triatlón y los Godoy son conceptos inseparables. Cesc, el nuevo campeón de España, es el hijo del primer mito que dio aquí este deporte. Su padre, apodado el Tiburón por sus habilidades sobre el agua, fue campeón 4 veces en los años 90. El referente de una disciplina que entonces practicaban 4 locos y a la que pocos le daban larga vida. A Cesc hoy le reconocen por la calle. El triatlón es hoy un deporte imparable: nació al albur del boom del atletismo popular con un efecto retardado ya cumplido. La participación de más de 3.000 personas este fin de semana en València, en las pruebas populares y profesionales, demuestran que el triatlón ha venido para quedarse.

Al triunfo de Godoy le precedió, en el nacional femenino, el de Sara Pérez. Tercera en el Campeonato de España del año pasado, Pérez se impuso ayer tras dominar en el segmento ciclista con el mejor parcial de todas las competidoras.

En el turno de los hombres, Godoy -que ya fue el primero en salir del agua-, y Hernández rompieron la prueba antes, en la transición del agua al asfalto. Fue cosa de tres. Ni siquiera una caída pudo con Godoy, cuando debaja la bicicleta para afrontar los 10 kilómetros de carrera. Recuperó los metros perdidos rápidamente.

El riesgo de una carrera de triatlón está, precisamente, en el deporte más llevadero: el ciclismo. Al valenciano Víctor Benages, el mejor clasificado, casi se le va al traste en una caída. Otros resultaron peor parados en las montoneras que se formaron en la última curva del circuito, muy cerrada. La tristeza, el susto colectivo de los espectadores en una de las caídas, contrastó con la celebración de una seguidora, seguramente parienta, de algún corredor del equipo Diablillos de Rivas. La mujer se puso a dar saltos de alegría porque uno de los suyos adelantaría algunos puestos. Pero que nadie se despiste. El triatlón no es así.

A las dos pruebas nacionales le faltaron algunos de los mejores referentes (Javi Gómez Nolla, Mario Mola, Fernando Alarza, el valenciano Roberto Sánchez Mantecón, Carolina Roger o Ana Godoy) porque, en dos semanas, hay una prueba de las series mundiales en Rotterdam.