En el maratón existe el «muro», el momento de pánico y vacío que sufre un gran porcentaje de atletas cuando sobrepasa el kilómetro 32 y las reservas de glucógeno se han agotado. Y en el medio maratón, aparece, en ocasiones, el «murito». Un problema menor, por supuesto, al bloqueo y la fatiga que experimenta el corredor en la prueba de los 42 kilómetros. Pero no por eso ha de ser subestimado. «En el medio maratón no se termina el glucógeno. Todo es psicológico. Si la cabeza no va, el cuerpo tampoco. Aparte de entrenar la parte física, uno ha de prepararse psicológicamente. El cuerpo se defiende del machaque, te avisa y te dice: ´te estás pasando comingo´», explica Miguel Rubio, el responsable de los planes de entrenamiento de las dos pruebas de larga distancia de València. Un experto en la materia.
«En la prueba de los 21 kilómetros, si llega ese sufrimiento suele ser entre los kilómetros 15 y 17. El motivo es por una buenafalta de entrenamento o por llevar un ritmo de carrera por encima de tus posibilidades», asegura Rubio, que da una especial relevancia a la preparación táctica. «Eso de que ´lo que va delante va delante´, en el atletismo no funciona. Todas las marcas del mundo se han conseguido gracias a hacer mejor o igual la segunda parte de la carrera que la primera», añade.
Todo el que ha corrido una prueba de media o larga distancia, lo sabe. Los bajones suelen sufrirlos, como es lógico, los novatos, siempre y cuando no respeten una distancia que no conocen. Un terreno desconocido para ellos. «Cuando llegas al kilómetro 15 o 16, si vas adelantando gente (´cogiendo cadáveres, en la jerga del atletismo popular´), el ritmo va subiendo sin darte cuenta. Si te van pasando, como es lógico, ocurre lo contrario», explica Rubio.
«Hay que saber cuál es el límite de cada uno. Si eres un debutante, has de afrontar la carrera con precaución, en plan conservador, con un ritmo ligeramente inferior al principio para administrar fuerzas. El principal error es hacer cambios de ritmo, has de ir a tu marcha o lo puedes pagar», advierte.
El «murito», en todo caso, ocurre sólo a los corredores más impacientes. El que respeta la distancia, no sólo no lo sufrirá, sino que disfrutará de los 21 kilómetros.
