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Entrevista

Recadero Agulló: "Los corredores me saludan en la meta porque participo de su emoción"

El erudito y polifacético exatleta repasa la efervescencia del atletismo valenciano

Recadero Agulló: "Los corredores me saludan en la meta porque participo de su emoción"

P ¿Usted era un buen corredor?

R A ojos de hoy, no; a ojos de entonces, sí. En 1968 hice 5 récords regionales (800, 1.000, 1.500 y 1.500 obstáculos). La de 1.500 fue mi mejor marca, la segunda nacional.

P ¿Por qué no continuó? Podría haber sido un gran atleta, ¿no?

R Me fui a la mili, a Ronda, y a la vuelta tuve una gastritis. A partir del 69, me pongo a trabajar con mi padre, que era representante de maderas. Él no tenía carné de conducir y necesitaba ayuda. Por la mañana estudiaba y por la tarde trabajaba. Durante un tiempo fui un atleta dominguero. Si no hubiese tenido que ayudar en casa, a lo mejor... No lo digo yo, se lo dijo un famoso entrenador catalán (Gregorio Rojo) a Vicente Ferrer, jefe de la sección de atletismo del Valencia CF, que «este chico puede venir a Barcelona, que podía correr muy bien los 5.000». Yo tenía 19 años.

P Retoma la competición como veterano.

R Entonces era a partir de 40 años. Me proclamo campeón de España de 800 y 1.500 metros (1988). Antes, en el 76 y 77, organizo una carrera estando de profesor en Mula y la de Siete Aguas.

P Correr por València, entonces, (años 60, 70 y 80) sería cosa de cuatro locos.

R En plan popular, sí. El río era un patatal, así que íbamos a El Saler. En el camping nos dejaban ducharnos.

P ¿El Valencia CF fue el mejor club de aquella época?

R No, durante un tiempo el Levante UD tenía mejores corredores. Precisamente por su estrato, de clase media-baja.

P ¿Sigue corriendo?

R Día sí, día no. Suelo correr 50 minutos en el río, pero me paro cuando conozco a alguien. Corro porque me lo paso bien. Yo era rápido. Antes hacía series, ahora no, pero el otro día me hice 35.17 en los 200 metros, que no está mal para tener 70 años (bromea). No te rías, ¡eh!, que me costó lo suyo. Una vez me dijeron que yo era más de 200 que de 800. Ahora las pruebas de esfuerzo te lo dicen cuál es tu distancia.

P Su vida y el atletismo han estado siempre vinculadas.

R Y espero que lo sigan mientras las piernas no me fallen. La vida te marca el camino. Un día te das cuenta de que corres mucho cuando juegas a pillar. Influyó mi padre, que era corredor. Corría 1.500 y 5.000 y he visto los resultados en la prensa. Él pertenecía a la Federación de Universitarios Españoles (FUE), la asociación deportiva más potente de entonces.

P ¿El deporte es una forma de conocernemos mejor?

R Sí, cuando las personas tienen discapacidades graves, o un cáncer, se miden y descubren su potencialidad. Como el aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, que se estrelló en los Andes y, en vez de rendirse, pensó en salvarse por su mujer y sus amigos. Dijo aquella frase de «la persona se descubre cuando se mide con un obstáculo». El deporte es una filosofía, una forma de interpretar la vida, de conocer tu cuerpo y sus límites.

P Hay gente que no acepta sus límites.

R ¡Ese es el problema!

P ¿Le consta que hay dopaje en el atletismo popular?

R Sí, es un mal generalizado en todos los deportes. Porque en la estructura mental de unos cuantos, el placer de correr no está en la felicidad del momento, en tu realización personal, sino en querer aparentar aquello que no eres. Es un mal de esta sociedad.

P ¿Conoce alguna historia?

R Lo escucho y lo veo. He visto en carreras, ya en los años 80, llegar a atletas que conocías con una euforia desmesurada y mejorando 6 o 7 minutos su marca. Y alguien que me ha dicho 'oye, Reca, que ese va dopado'. Y yo le digo: 'denúncialo'.

P ¿Qué sustancias se consumen?

R Los esteroides y anabolizantes tienen ahora mucha presencia. La masa muscular es buena para los velocistas, pero ¿para los fondistas? Sólo les puede dar apariencia. He visto atletas que han cambiado su estructura muscular en muy pocos meses. Antes se consumían más estimulantes. Las anfetaminas volaban. Te voy a dar un dato: en un Campeonato de España, los atletas concentrados se enterearon de que no iba a haber control antidóping. La inmensa mayoría bajó a las farmacias. Eso es ser tramposos.

P Le leí una vez que, antes, correr era más de gente con recursos.

R El deporte es de ricos por nacimiento. Lo inventaron los gentlemen ingleses. En València, a mediados del siglo XX, había dos clases: los que hacían largas distancias, de clase más pobre, jornaleros del ámbito rural, y los universitarios, que eran atletas de pista, más técnicos. Había muchos de Medicina, porque sabían de los beneficios. De los primeros, hubo una generación de Algemesí de la que salieron 3 campeones de España entre 1944 y 1948. Iban corriendo descalzos a segar el arroz hasta Sueca y luego regresaban. En las crónicas cuentan como les sangraban los pies. El descalcismo, como ves, ya está inventado. En la València-Massamagrell y en la Sagunto-València de principios del siglo XX corrían 30; de ellos, 2 o 3 lo hacían descalzos.

P Ha sido un gran impulsor del atletismo femenino. Estará contento con las cifras.

R El deporte, en general, se ha democratizado en el siglo XXI. Cuando hablas con gente que corría en los 80 te cuentan cosas increíbles. Estaba muy mal visto ver a las mujeres en pantalón corto ya en los 70 y los 80. Las atletas del Valencia CF, como Merche Cano, se tenían que esconder dentro de Mestalla.

PAntes del franquismo, ¿las mujeres corrían?

RSí, la República hizo mucho por la igualdad de genéro. En 1935 había una carrera ciclista femenina en La Alameda y, en Mestalla, carreras atléticas. El franquismo volvió a meter a la mujer en su casa, «para procrear y cuidar del marido», como dijo Pilar Primo de Ribera. Con las tenistas, como eran aristócratas, no pudieron. Ellas se lo pasaron por el forro, porque tenían clase y dinero. Cuando Franco se da cuenta de que España hacía el ridículo en los Juegos Olímpicos y que no llevábamos ni una mujer, ordena a los clubes de fútbol que creen sus secciones deportivas. Aquí se había focalizado todo en el fútbol y el Real Madrid era el embajador.

RRecaredo Agulló es como una figura paterna para los atletas. Les espera con una sonrisa en la meta.

REs que muchos me conocen ya. Me vienen con una sonrisa y algunos me abrazan, incluso extranjeros. Es el factor humano. El atletismo también es amistad. Participo de su emoción.

P La gente, en general, corre entonces por una cuestión de crecimiento personal.

RLa felicidad se encuentra cuando conversas con tu cuerpo y disfrutas de las sensaciones. Cuando estás en la ducha, con las endorfinas a tope, y te sientes el creador del Universo. Yo siempre digo una cosa: puedes llegar a la recta de llegada de la vida tomando 16 pastillas diarias o con la cabeza alta.

P «Correr es de cobardes». ¿Qué responde?

REn los 80 nos decían 'sois 4 gatos'. Ahora el tiempo nos ha dado la razón.

P Ha escrito mucho de la historia del deporte valenciano. ¿Por qué València perdió su tradición por el boxeo? La plaza de toros se llenaba con los combates a mediados del siglo pasado.

RPor los desaprensivos que explotaban a los púgiles, que no sabían ni leer. La pilota también lo pasó mal, menos mal que apareció el Genovés. El día que entraron las tropas de Franco en València, a 30o metros, en Pelayo, se estaba celebrando una partida de pilota y, en un cine cercano, un combate de boxeo. En el boxeo hay un tabú. Muere más gente en el alpinismo, por ejemplo. Lo necesitó es gente honrada.

P ¿Le gusta el fútbol?

RJugaba de portero y de pequeño iba a Mestalla con mi padre. Yo vi a Iríbar, al que admiraba, defender a un jugador del Valencia para que el árbitro no le pitara falta. Nunca lo he vuelto a ver en mi vida.

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