Ya no es juez. Así lo sentencian por unanimidad sus señorías los jueces. Dicen que hay que respetar sus decisiones porque si no parecemos anti-Estado de Derecho. Me da igual lo que parezca, pienso que los individuos que lo están celebrando ahora no han sido ni son demócratas, ni pacíficos, ni íntegros. Esta sentencia la están celebrando los dictadores, los delincuentes, los ladrones a gran escala, los capos de la droga y los terroristas. No sé si es legalmente correcto, pero moralmente esta sentencia es condenable por la ciudadanía, por muchísimas personas de la Comunitat Valenciana que hemos visto y vivido la corrupción y sus consecuencias. Encima, Garzón deberá indemnizar al Correa y compañía. Serán las leyes, pero no son sagradas. Nada es sagrado cuando se ha demostrado que había delito e intención de seguir delinquiendo.

Soy una ciudadana sorprendida, indignada y profundamente escéptica con la justicia en este país. Han juzgado al juez Garzón por ser un juez que se ha buscado enemigos en la derecha y en la izquierda. ¿Qué pasa con los ciudadanos y ciudadanas como yo que queríamos que la justicia funcionara y castigara a los corruptos y no al juez que los ha llevado ante la supuesta justicia? Tenemos derecho a cuestionar el funcionamiento de todas y cada una de las instituciones. No son sagradas, son mejorables si luchamos por ello. Estamos asistiendo al premio a la corrupción y al castigo a la integridad moral y justa. Porque la institución sagrada de sus señorías ya ha demostrado con el juez Garzón que no es justa. Es el mundo al revés. ¡Cuidado! ¡No investiguen a los corruptos! ¡Les pasará lo que a Garzón! Esto es una crisis en toda regla, una crisis ética y moral. ¿Qué justicia es ésta? Una ciudadana profundamente indignada.