Me siento indignada. Los conductores de la EMT de Valencia no quieren huelgas ni follones. Pero, eso sí, si hay que negociar lo quieren hacer con personas y con respeto. El otro día, ante una concentración de estos

trabajadores pidiendo lo que es suyo ante las oficinas, el gerente —el mismo gerente que quiere sentarse en esa mesa a negociar (?)— pasó ante ellos haciendo con las manos dos signos de victoria. Discúlpeme el señor gerente, pero siento vergüenza ajena por él. ¿Se puede alguien sentir bien ante esa actitud de poderío? Pues parece ser que sí. Nuestros conductores no son tontos. Saben que no tienen nada que negociar porque parece que para este señor la palabra no existe. Lo único que quiero es que se sepa la verdad. Que se sepa la actitud con la que los que están arriba van a negociar con los que están abajo.