Me encontré bajando en el ascensor con un joven vecino, director de caja de ahorros, de aspecto deportista y con la bolsa de deporte en la mano. «¿Qué tal, Pepe?, ¿al gimnasio?», le pregunté. «Sí, ya ves, a hacer un rato de deporte para mantenerme en forma», contestó. Seguimos charlando y me dijo que iba a jubilarse con 54 años. «¿Estarás muy contento», le dije. «Bueno, no creas, porque tengo 53 y aún me queda un año». «¡Hombre, no me digas!», le contesté, con sorna.

Me siguió contando que el plan firmado entre la banca y el Gobierno era que todos los empleados que vayan cumpliendo los 54 en los próximos ocho o diez años siguientes, no recuerdo exactamente, se irán jubilando en cuanto cumplan esa edad. Es decir, los empleados bancarios que en este momento tienen 44, ya saben que se jubilarán en diez años, es decir, a los 54 años. Increíble. Si no lo entendí mal, quince años más de disfrute que el resto de los españoles que lo haremos a los 67, 70 o 72 años, ya veremos cuál nos imponen.

Sigo sin entender cómo hay dos Españas y dos clases de españoles, unos que se jubilan jóvenes y otros que nos jubilaremos con 67 o 70. ¿Dónde está la igualdad y justicia? ¡Puro camelo!