Libertad, bonita palabra. Todo el mudo la quiere, todo el mundo la busca. Pero deberíamos preguntarnos qué es y qué límite tiene. La libertad es la opción que uno elige para garantizar la existencia del hombre, ya sea mujer u hombre, mayor o pequeño. Pero esa libertad nos es arrebatada cuando las leyes no la rigen, no la controlan. En Boston, el lunes murieron tres personas y más de 170 resultaron heridas a consecuencia de dos bombas. Todos conocemos el gran nombre de Estados Unidos, el país de las oportunidades, el país de la libertad, el país que, aun viendo cómo sus propios habitantes se matan entre sí, no es capaz de regular la libertad.

Los autores de los atentados excedieron su libertad y destrozaron no sólo la libertad, sino la vida de esas personas. Como bien dice el aforismo, «tu libertad acaba cuando la mía empieza». Eso es quizás lo que pensaría el niño de ocho años fallecido en el atentado, o quizás las decenas de heridos que sufrieron sus actos. Al ver este tipo de atentados, no podemos evitar recordar las imágenes del del 11S o del 11M.

Hay algunos países que año tras año notan el exceso de libertad y se debe controlar con la intención de evitar más muertes. No me juzguéis si no os gustan mis palabras, solo es mi opinión. Recordad todos que digo lo que pienso puesto que soy libre.