Ayer subí al bus con dos bolsas de medicamentos, que acababa de recoger en La Fe, una enorme bolsa de una pollería y el cacharro de oxigeno que necesito para seguir viviendo. El 8 iba a tope, no había ni un palmo libre. Se levantaron para cederme el asiento, se me está poniendo cara de impedido, ¡6 personas!. Casi tuve que pelearme para convencerlos que iba bien sin sentarme. Hay gente buena. Fui a comprar al súper. Con el mogollón de trastos antes nombrados y dos bolsas más de compra, va y se me caen todas las monedas sueltas al suelo al dejar el carrito. Hubo una movilización general que, a modo de comando, recuperaron y me entregaron todas y cada una de las monedillas. Definitivamente debo de dar mucha pena€ cargado y con la nariz taladrada por el oxigeno€ Hay gente buena.Después de comer acudí a tomar café, como todos los días, al bar de un amigo. Estábamos de cháchara, entró una señora y se acercó a atenderla. Me puse a leer el periódico, pero escuchaba. Tras preguntarle por el precio le pidió un café. Empezó a charlar, triste historia, madre soltera, deprimida, sin trabajo, etc. etc. Mi amigo aguanto como un león, le dio conversación y la animó aunque no la conocía de nada. Cuando termino la cosa, cerca de treinta minutos, y ella se fue, solo me dijo. ¡Cómo está el patio!». La mujer se había ido con una sonrisa, alguien le había escuchado. Estas notas son de un solo día, se podría escribir folios y folios, hay mogollón de gente buena. Ximo Pérez-Manglano Magro. Valencia.