El juez Bermúdez quería investigar la posible relación entre las donaciones al PP y la asignación de obra pública a ciertos empresarios, el resultado fue que le apartaron de la causa. Se la asignaron al juez Ruz que facilitó que el PP destruyera importantes pruebas al omitir ciertas diligencias ¡Qué casualidad! Por otra parte, la jueza Alaya, que lleva el caso de los EREs fraudulentos, con sus extrañas actuaciones, impropias de una jueza, hace malabarismos que lejos de contribuir al esclarecimiento de la causa generan efectos mediáticos y políticos encaminados al desprestigio y al desgaste para allanar el camino al PP a la Junta de Andalucía. Para más inri hay muchas posibilidades que el caso Nóos en su totalidad pase a las instancias judiciales de la Comunitat Valenciana, donde la imparcialidad de la justicia brilla por su ausencia. En estos rocambolescos movimientos el beneficiado siempre es el mismo, el PP y sus dirigentes. Algo huele a podrido, el olor es intenso por tanto la podredumbre debe ser grande.