Señor Rajoy, las personas que huyen del peligro de guerras y el hambre pertinaz que sufren en sus paises, lo hacen persiguendo el sueño legítimo de no morir. Debe saber, y usted lo sabe, que nadie elige ni sexo, ni el color de la piel, ni el lugar de nacimiento. Lo único que nos iguala es nacer desnudos.

Desde un salón confortable, alrededor de una mesa, han decidido en Consejo de MInistros, con su aquiescencia, añadir a la valla existente entre Marruecos y Melilla, unas cuchillas afiladas, y la justificación es: «Se trata de una medida disuasoria». ¿De qué les pretende disuadir, de intentar conseguir sobrevivir al hambre o las guerras, en definitiva de evitar una muerte casi segura?

En la entrevista en RNE, dijo (en el colmo de la ironía) que había encargado un estudio sobre los efectos de las mencionadas cuchillas; los hay ya, Amnistía Internacional los tiene. Señor presidente, se ha equivocado, usted lo sabe y nosotros también. Por eso no engaña a nadie. El orden de factores, aquí sí altera el producto: primero las instala y después solicita «información». ¡Es tan inmisericorde su Gobierno!