Hace unos días salió publicada la noticia de que Dolores Vázquez, después de luchar por más de una década en defensa de sus derechos ante los tribunales, ha perdido la batalla. El Tribunal Supremo, en una plausible cabriola jurídica, le ha denegado la indemnización que reclamaba, derivada de un error judicial que destrozó su vida para siempre y la llevó a pasar diecisiete meses en prisión por un delito que no había cometido. Los medios han informado, pero ahí acaba la cosa. Mala suerte para Dolores Vázquez. Y ya está. Porque nadie ha dado la cara, nadie le ha pedido perdón. Dolores fue condenada por un jurado popular conforme al artículo 125 de la Constitución, que establece el derecho-deber del pueblo a participar en la impartición de justicia. Como ciudadano, yo sí quiero pedir perdón a Dolores. Qué menos. Temo que cristalicemos en una sociedad indolente y amnésica, propicia a padecer atropellos de esta guisa que, más pronto que tarde, caen irrevocablemente en el olvido. Buena suerte a todos. Gerardo Diego Rocher. Valencia.