Mientras escribo, una pareja sentada en una mesa de un bar dialoga apasionadamente tecleando ansiosamente sus respectivos móviles. Vivimos en un mundo apantallado; las tabletas ya no son de chocolate, son electrónicas... Por eso valoro cada vez más esa sala doce del cine Lys valenciano. Esa sala en el cuarto piso casi escondida, casi anónima, en que se puede gozar de películas como «Lío en Broadway». En la que las películas, la vida, no está llena de efectos especiales, sino de efectos actorales, de efectos vitales. Fausto Sánchez-Cascado. Valencia.