Si has empeñado tu palabra para ganar voluntades. Si otros acuerdan aceptar tu compromiso y lo recogen en un documento cuya divulgación se rodea de la máxima publicidad y hasta se le otorga un nombre para singularizarlo en el azaroso curso del tiempo. Si has hecho todo eso, el incumplir tu palabra y compromiso debe censurarse. Eso ha sucedido con el señor Puig, la señora Oltra, el señor Montiel y las tasas universitarias. Todo seguirá como lo dejó la anterior consellera. La censura no afecta solo, pues, a los firmantes del pacto del Botánico. Alcanza al conseller de Educación, Cultura y Deporte a cuyas decisiones, por cierto, no ha favorecido el tiempo.

Y van dos. No existe mala voluntad. Ahora bien, acordarán conmigo que no toda precipitación es disculpable. Guillermo Quintás. Valencia.