La forma en la que ha procedido nuestra consellera de Sanidad en el nombramiento de la directora de La Fe no sólo revela precipitación y haber seleccionado un grupo de asesores dignos de peor causa. Esa forma de proceder pone de relieve que entiende que su voluntad no tiene límites y, por tanto, que no está obligada a realizar los nombramientos dentro de los amplios márgenes que establece la ley; selecciona y no se para a considerar ni tan siquiera lo que dice la ley. Siendo esto muy grave, aún es más grave que proceda a modificar la ley para que su voluntad sea la que impere.

Los que estamos agradecidos por activa y por pasiva a la sanidad pública, no podemos soportar este margen de discrecionalidad en la consellera ni este margen de desconocimiento de la ley por parte de sus asesores. Un gabinete presidido por un miembro del PSPV no puede tolerar este desconocimiento y desprecio de la ley. La consellera debería presentar su dimisión y, si no lo hace, el presidente debería cesarla. Más que nunca es preciso recordar el fragmento de Heráclito: «Defendamos la ley como los muros de la ciudad». Dicho en Grecia, fácil es de entender. Guillermo Quintás. València.