Viendo el Facebook me encontré con un vídeo de un niño. Ojos azules y grandes, sobre los doce años, con la mirada viva pero tristona. Hablaba en inglés, con la serenidad de quien ha visto la realidad a los ojos y puede contarlo. Aquel niño que bien podría salir de un campo de futbol de jugar con los amigos, lleno de polvo y barro, desaliñado, aquel niño estaba siendo entrevistado. A través del Facebook solo llegó un pequeño fragmento de esa entrevista. El niño solo dijo: «Parad la guerra. Y no queremos ir a Europa». Una frase corta, seca. Una frase que contiene todas las claves del conflicto. Una frase que describe a la perfección qué está ocurriendo con Siria.

«Parad la guerra». Puesto que aquellos que la empezaron son los únicos que la pueden detener y pueden hacerlo. «Parad la guerra», iba dirigido a los poderes políticos de occidente, a la conciencia de los ciudadanos de primera. Los mismos ciudadanos que han elegido a esos gobiernos a los cuales no les importó llevar la guerra a su casa y que ahora se preocupan por dónde van a aparcar a los que de su casa fueron expulsados.

«Y no querremos ir a Europa». Porque no queríamos irnos de casa, porque allí estaban nuestras familias, nuestras vidas, nuestros amigos, nuestros momentos. Porque Europa no es nuestra casa y no venimos por placer. Porque los responsables han de ser también responsables ahora de nuestras vidas.

En su mirada medio perdida se dejaba entrever una historia de miedo, desesperación y sufrimiento. La guerra es lo único que ese niño ha vivido y por eso la describe con tal contundencia y nitidez. No importan las demás guerras, es la guerra la que importa. Y con esa referencia tan sencilla incluía en ella todo tipo de guerras, porque todas las guerras son iguales: ganan unos pocos, sufren unos muchos, siempre es igual.

Pero este niño es valiente y se enfrenta al mundo con su verdad. Quizás mañana haya más gente tan valiente como él, quizás los niños de occidente le oigan y quieran escucharlo. Quizás

mañana el mundo sea un lugar mejor. Parad la guerra. Y no queremos irnos de casa. Joel Muñoz Falcó. Cullera.