Al igual que Rato, me llamo Rodrigo. También como él, pedí un dinero a la Caja Postal, que luego pasó a ser Argentaria y que finalmente se integró en el BBV que pasó a llamarse BBVA. ¿Cuál es la pequeña diferencia? Yo sólo pedí un millón de pesetas, siendo un chiquillo de 21 años en año 1987. En su momento pagué 400.000 pesetas. A lo largo de los años me han embargado hasta casi tres millones pellizcando con saña mi nómina cuando la he tenido y, lo mejor, según ellos y los abogados es que, al parecer, sigo debiendo 40.000 ó 50.000 euros, que crecen indefinidamente al 19% anual, ¡que vamos, ese interés no lo pagan ni los griegos! Al otro Rodrigo le condonan (qué gracia de palabro), casi 60 millones de pesetas. Yo pedí uno, he pagado tres y debo siete u ocho, que además acabarán siendo todo lo que ellos, mi salud y las matemáticas quieran. Ellos no cobrarán nunca, pero a mí me han hecho un desgraciado de por vida. Siempre he cobrado menos que mis compañeros y, por supuesto, nunca he podido tener nada a mi nombre (aunque con los tiempos que corren quizá esa sea la parte buena). Eso sí, en cuanto tenga una nómina me estarán esperando como una jauría de sabuesos. De por vida. Por si no lo saben, un crimen ya habría prescrito, esto no prescribe nunca. Piensen en ello. En dos palabras: «increíble». Rodrigo Cariñana Valls. Valencia.