Es inconcebible encontrar en un diario serio, veraz y equilibrado, como pretende ser Levante-EMV, un editorial como el del lunes: «El cardenal Cañizares debe renunciar». Porque si, como es su obligación, el diario sigue el día a día del cardenal y sus continuas declaraciones, homilías y sus actuaciones concretas respecto a la lucha contra la pobreza y exclusión de las personas y concretamente a favor de los emigrantes y exiliados, vería que la balanza se decanta a favor de estos últimos. Y si a sus ya famosas declaraciones ha rectificado y respondido de inmediato con otras aclarando cuál es su pensamiento real al respecto, no entiendo como Levante-EMV no admite al cardenal la radical mutabilidad del ser humano, que yerra y se equivoca y le condena a renunciar al Arzobispado de Valencia.

Tampoco se hacen eco los medios de lo expresado por el obispo Esteban Escudero: «La intención de las declaraciones objeto de estas acusaciones fue prevenir sobre la posibilidad de infiltraciones de militantes yihadistas entre los refugiados que buscan asilo en Europa». Ese sería el «trigo no limpio», también indicado por relevantes políticos a los que no le les ha echado en cara esa misma idea.

Y el dudar de la plena comunión con la Iglesia del arzobispo de Valencia es ya el colmo de los colmos. ¿O es que el Santo Oficio se ha desplazado hasta los responsables de Levante-EMV? Si hubieran seguido día a día al cardenal, verían que ha sido de los primeros que ha buscado ayuda y acogida, con medidas reales, para los refugiados. Los hechos le avalan, aunque quizás haya errado con unas torpes palabras. Señores, seamos serios, seamos justos y no pendencieros. Menos aún, jueces. Ángel Martín Aparicio. Valencia.