Existen tres profesiones que se diferencian de las demás por su carácter de especial servicio a los demás y de la repercusión que puede ocasionar la falta de honestidad o profesionalidad: sacerdocio „de cualquier religión„, enseñanza „concretando, magisterio„ y medicina. No voy a criticar a los médicos que siguen la carrera de sus padres médicos porque están en su total derecho, faltaría más, también hay abogados, economistas y un largo etcétera. Podría meterme con los que se ponen los dos apellidos de papá para tener más clientela pero otros también lo hacen. Lo que no voy a callar es la ostentación de clase privilegiada o casi de casta, de la que hacen gala más médicos de los deseados. No son todos pero los que se creen seres superiores no merecen dedicarse a esa profesión. Actúan con los enfermos como si fueran objetos, tratan a las personas a patadas cuando una simple sonrisa sería, en muchas ocasiones, y sin utilizar más tiempo, muy agradable para el enfermo. Si no saben tratar a la gente correctamente, que aprendan, ya está bien de castas privilegiadas porque no son seres superiores. Por eso quiero decir alto y claro que tomen ejemplo del doctot Dumont del IVO. Que vayan algunos colegas y que les imparta un cursillo de educación y que les recuerde el juramento hipocrático. No hace falta tan solo ser simpático, hace falta estar al nivel del enfermo. Y vaya por delante mi felicitación a la Unidad del Dolor del Hospital General, muy especialmente a la enfermera Fuster. Pero para quien no atiende bien a quien no tiene salud, mi desprecio. Angel Más Raga. Gandia.