El abierto de tenis de Valencia venía arrastrando problemas desde hace varios años. El último torneo, recientemente disputado, fue devaluado de 500 a 250 y para colmo de desgracias no se pudo utilizar el Ágora como pista central, por motivos de seguridad. Juna Carlos Ferrero, director y copropietario del torneo se mostró crítico y hostil, amenazas incluidas, con los nuevos ocupantes de la Generalitat, a los que acusó, a pesar de estar recién llegados, de la muerte de Manolete. Finalmente optó por que el torneo se fuera de Valencia, una mala decisión para la ciudad y para los valencianos.

Todo era maravilloso cuando ocupaban el poder sus amiguetes, con los que mantiene una relación idílica desde que participó, activamente, en aquel paripé de la reivindicación del trasvase del Ebro. Espero equivocarme, pero mucho me temo que la actitud del señorito empresario va a ser el fiel reflejo del comportamiento de los empresarios de la Comunitat Valenciana durante esta legislatura. Tenemos una clase empresarial polarizada políticamente, que concibe la democracia de una forma muy particular y que actúa a favor o a la contra, en función del signo político de quien gobierne. Luis Carlos Rada. Valencia.