Se ha demostrado que la amabilidad está unida a ser cortés, agradable, servicial, incluso afectuoso. Son cualidades que se enseñan en familia y se ejercitan en la sociedad. Pueden realizarse con todas las personas,y en especial con aquellos ancianos que necesitan más ayuda , cuidados y detalles a su alrededor. Una disculpa a tiempo, una solicitud de permiso para poder pasar y dar las gracias, ceder el paso, mantener una puerta abierta al que viene detrás, ceder el asiento, etc... será promover las buenas formas y maneras de la amabilidad, como la educación.

El reproche, en cambio, destruye el intento de relacionarse con el otro y es una forma de ponerse a la defensiva ante la situación reprochada. Es entonces cuando entra la amabilidad para resolver. Si reprochamos, censuramos, acusamos, los demás intentarán justificarse y seguro que se enturbia la relación. En estos casos decir «lo siento» también entra en el entorno de la amabilidad. Francisco Javier Sotés. Valencia.