Con el olor a humo en las esquinas y pólvora en las calles, nos llega el incienso y parafina quemada de la Semana Santa. Si dijese que es olor a tradición, a sentimientos y a arraigo a la tierra, muchos se sentirían reconfortados. Y si es cierto todo eso, pero... hay... cuando empezamos con los peros, es que empezamos a pensar y eso nos obliga a reflexionar. Cada vez resulta más evidente que Fiesta y Respeto se alejan y no debería, se tiende a creer que lo propio, lo que te gusta y lo que te emociona lo es así para todos, pero... volviendo a pensar... peligro, no es así. En esas fiestas y en casi todas se tiende al exceso, al exceso del ruido, al uso privativo de lo publico, al aparentar lo que no se tiene ó el exceso de lo que se tiene, a presumir de lo felices que somos en esos momentos, aunque sea fruto real o artificial por lo que se toma. En esos momentos de "borrachera de tradición" (de la que nosotros nos hemos imbuido) no pensamos en que lo primero es el Respeto a la diversidad a quien no quiere o no puede y nacen expresiones tan solidarias como "que sen vagen a la marxal". Así noches de carpas en la vía publica, petardos, música hasta las tantas, gritos y jolgorio. Charangas, campanas, mas carpas y casetas, verbenas y botellones. Ponen en apuros a quien no quiere o no pueden unirse a esa actividad, y ni duermen ni descansan... PERO... ya estamos... al día siguiente cuando duerme la baramunta, hay que ir al tajo y trabajar. Solo que las condiciones en las que nos encontramos no son las mejores y a ver como le explicas al Jefe que no puedes rendir porque no has dormido, o sin Jefe a ver como te resuelves la vida en la carretera, en la maquina o en un quirófano.

Se debe reflexionar sobre la convivencia de la fiesta y la privacidad, de la tradición con la libertad, de los derechos individuales. De lo contrario como podríamos después juzgar a quien comete un error y mata a tu hija, a tu pareja o a tu padre, ¿es culpable solo el...?. Mateo Pardo Hernández. Algemesí.