El pasado 24 de marzo en Alzira, fui a la farmacia de guardia por precisión, dado que se me había terminado el medicamento. Lo hice a las 1.10 con la receta del médico de cabecera. El trato que me dispensó el «farmacéutico» fue surrealista, grosero y humillante del modo más vergonzoso que se imaginen. Me dijo : «¿Y vienes a estas horas a molestar?» (tres veces consecutivas, sin dejarme contestar. «Habrás consumido más de lo indicado y por eso lo has terminado». Aseguró también que la receta del médico de cabecera no se podía utilizar para las farmacias de guardia. Cuándo la ley específica ir con receta, pero no de qué tipo. El trato y tono: inimaginable, protegido detrás del metal de seguridad, con lo que ni siquiera le vi el rostro.

Este tipo de actitudes lo propicia la opcionalidad de tener, o no, hojas de reclamación. También el que para formular queja al Colegio Farmacéutico lo tenga que hacer un abogado. Y estas trabas/privilegio, junto a las tasas judiciales, hacen impunes estas actitudes inclasificables. José Luis García Mont. Alzira.