Desde luego, no ha sido este nunca un punto fuerte de las sucesivas corporaciones y no parece que vaya a serlo de esta, pese a que los nuevos aires parecía augurar algunos cambios, si no de fondo, sí, al menos, de estilo. En una corporación que se presume participativa, las decisiones que se vienen adoptando, parecen, justamente, lo contrario.

En el centro de Valencia, que es donde resido y donde parece que se concentran las preocupaciones, se parte de la base de que el objetivo debería ser la peatonalización. ¿Lo es? ¿Quién y cuándo lo ha dicho? ¿Qué medios y qué instrumentos se van a poner a disposición de la consecución de ese objetivo?

Ese objetivo no ha sido acordado. No se trata de que un concejal u otro haga declaraciones más o menos afortunadas, sino de adoptar acuerdos administrativos estableciendo tales objetivos. Para adoptar esos acuerdos, es imprescindible conocer la opinión de los afectados y aquí empiezan los problemas, porque, viviendo en el centro, quiero opinar sobre la peatonalización, aunque también opinen quienes viven en la Avenida de Aragón, o Músico Cabanilles, los comerciantes, o los taxistas.

Es estupendo que se quiera conseguir un determinado objetivo, pero ese objetivo debe ser decidido, al menos, compartido por sus destinatarios, como es el caso de la manida peatonalización del Mercado-Lonja, o, más recientemente, del invento para motos en L´Eixample. Lograr transparencia y participación es relativamente sencillo, aplicando fórmulas hoy día sobradamente ensayadas, incluso legisladas. ¿Tiene algún reparo el concejal del ramo frente a la transparencia en la gestión y la participación en la decisión? Seguro que diría que no, pero parece lo contrario. Ignacio Sevilla Merino. Valencia.