Prescindamos de tratamientos y hablemos al interior de las personas. Les deseamos de todo corazón que sean tan valencianos como todo su pueblo para que ese pueblo les respete y los quiera. Queremos que, como españoles, respeten nuestra bandera nacional, que como valencianos, acepten nuestro himno regional y nuestra senyera; prescindan de aquellos que, por la causa que sea (catalanismo) intentan adulterar nuestro idioma.

Que, por favor, no nos cambien el nombre de nuestras calles, es un trastorno.

Que, como seres humanos, respeten la vida de los animales (nosotros también lo somos) y, al mismo tiempo, vean con sus propios ojos los padecimientos que hacemos sufrir a los toros. ¿No tenemos lo suficiente con que estos animales en vida alimenten a las personas, sino que en su final les hacemos tanto mal a estos toros tan nobles? No comprendo como un público aplaude cuando este animal cae muerto, sableado, y su sangre cubre la arena de la plaza. ¿No sería mejor si la costumbre valenciana se cambiara al estilo portugués y el toro salvara la vida?

Y ya no digamos de los toros embolados, puestas sobre sus cuernos sendas bolas de cera pegándoles fuego€ y no nos preguntamos sobre su sufrimiento. Actos que, le pese a quien le pese, no son más que restos de los antiguos circos romanos. Alfredo Alba Marín. Marines.