Una recupera la confianza y la tranquilidad cuando le pasan cosas buenas. En esta sociedad despiadada y cruel en la que la urgencia, las obligaciones y el valor de las cosas están por encima de las personas, es difícil encontrar gente buena, dispuesta a ayudar a un completo desconocido con un pequeño gran gesto.

Anteanoche, a las carreras, dejé mi móvil, pequeña joyita con manzana plateada, olvidado en un rincón de un vestuario. Las ansias por llegar a casa y dar de cenar a mi hija después de una larga y dura jornada, hicieron que se me desprendiera ese pequeño cacharro que viene pegado ya a nosotros como un apéndice más del cuerpo. Me olvidé, completamente (lo cual es fantástico en los tiempos que corren), y sólo me acordé de él antes de irme a dormir, como para poner en orden todo lo que me rodea y así poder conciliar un sueño tranquilizador. Y ahí, cuando no encuentras tu apéndice por ningún lado, empiezas a sentirte completamente perdida, nada tiene ningún sentido.

En ese sin sentido me llamé a mi misma€ y una voz de chico joven me respondió. Por suerte aún queda gente que se preocupa y está dispuesta a ayudarte aunque no te conozca de nada. El chico, viendo el móvil abandonado, pensó que alguien lo echaría en falta y no dudó en buscar y hacer llamamientos por Facebook para encontrarme. Bien entrada ya la noche, estuvo dispuesto a salir a la calle para devolverme el aparatito con el que hoy también le daré las gracias por Facebook. Gente así da gusto conocer€ ¡Muchas gracias!. Amparo Villacañas. Alboraia.