Los métodos de comunicarse han cambiado con el avance de las nuevas tecnologías. Para los jóvenes no es necesario disfrutar de un café o una comida con amigos, las buenas conversaciones están pasando a mejor vida y el silencio se está apoderando de nuestra vida cotidiana. Los teléfonos móviles han sustituido al camarero y a esas eternas discusiones sin fin en las noches de copas o en los almuerzos. Han conseguido llevar a muchos jóvenes a la nomofobia, que no es el miedo a los nomos que podrían haber adquirido los adictos a los alucinógenos en los 80, sino que es el miedo a salir de casa sin el teléfono móvil.

Algún defensor podría argumentar que ahora escriben más y practican al menos un poco más de ortografía, pero el caso es que la ortografía es pésima en estas nuevas plataforma. En una conversación podemos encontrar «k te psa loko?» «hoy m dspertao mal», entre otras cosas, que muestran que la intención de vigilar la ortografía no es muy grande. Me gusta que surjan nuevas tecnologías con el avance de nuestra sociedad, pero añoro esos tiempos en los que el silencio no era tan grande y podías mirar a los ojos y mantener conversaciones extensas y divertidas. ¿No echáis de menos esos momentos entre amigos y familiares cuando podías mantener una conversación, cuando la prosodia realmente importaba? Alexandre Santos-Juanes. Tavernes de la Valldigna.