Los graves accidentes suelen deberse a negligencias y circunstancias desfavorables. Podríamos deducir que las próximas elecciones responden, por costes y falta de gobierno, a un accidente grave debido a varias causas: un partido mayoritario carcomido por la corrupción al que se le dio muestras de apoyo nada ejemplarizantes; otro, cuya crisis interna ha generado más líneas rojas que una criatura con papel y boli; uno que, morado de indignación, no se conformó con el purgatorio al no llegar a asaltar los cielos y otro más que, aunque bordeando el precipicio, resulta que cuenta con sólidos arneses que ejercen fuertes tirones hacia la derecha. Después, similar a una tragedia griega, declamaron todo tipo de mensajes de sudor y lágrimas para exonerarse de toda culpabilidad, y hasta se llegaron a lanzar órdagos de supuesta sensatez para establecer una gran coalición entre azules muy oscuros, rojos tintados de naranja y naranjas tintados de azules. Posible resultado: un color horrible tirando a negro. Para estas elecciones quizá evitemos otro accidente. Y que rosas y lilas se aclaren para que nuestra galería no cuente con un oscuro cuadro sacro. Benedicto Torres. Valencia.