El pasado 19 de noviembre se publicó en este diario una carta mía en la que reclamaba al alcalde que hiciera algo contra el problema del ruido en esta ciudad, y más concretamente contra el cada vez más acuciante caso del entorno de la Plaza del Cedro. En la madrugada del 1 de junio, vi por primera vez en muchos años a la Policía Local apostada en la entrada de la plaza. Ahora bien, mientras el coche patrulla estaba ahí, todo seguía igual: conversaciones a alto volumen y jóvenes con vasos de alcohol en la mano, sin que la policía hiciera nada. Y pasaba la noche, tres, cuatro, cinco de la mañana€

Como me resulta poco verosímil que la actitud de la policía venga determinada por consignas del ayuntamiento, toda vez que solo da mala imagen, me inclino por pensar que responde, como ocurre en otros ayuntamientos del cambio, a una iniciativa del propio cuerpo para perjudicar la imagen del ayuntamiento y presionarlo con algún objetivo más o menos confesable. De ser así, espero que el consistorio ponga orden en este cuerpo del que muchos nos preguntamos si realmente sirve para algo. Jaime F. Márquez Martín. Valencia.