Estoy seguro que el afán y comportamiento de querer imitar a los catalanes del nuevo gobierno de Valencia nos traerá problemas a los ciudadanos, un ejemplo de ello ha comenzado con los juzgados rechazar las multas por incumplir señales que no son bilingües. La legislación considera ilegales las indicaciones que sólo se hacen en las lenguas propias, como las instaladas en Valencia. La rotulación de la señalización vial ha generado polémicas y han llegado a los tribunales, donde la tónica ha sido la revocación de las sanciones impuestas en lugares donde sólo se señalizaba con la lengua autóctona.

El debate está servido en Valencia, donde el delegado de gobierno ha instado al ayuntamiento a incorporar el castellano en la nueva tanda de señalización en el centro de la ciudad, sólo rotuladas en valenciano hasta el momento. Joan Ribó, quien, como es fácil imaginar, el alcalde dijo que «con un mes hay tiempo suficiente para estudiarlo y Pasar inmediatamente al contraataque asegurando al delegado del Gobierno que el ayuntamiento «cumple con sus obligaciones» y le ha advertido de que él también tiene que «cumplir con las suyas, refiriéndose a que hay muchas infraestructuras en esta ciudad y debe cumplir también las leyes de uso del valenciano que no está cumpliendo en absoluto.

Puede que en este caso el gobierno valenciano tenga mucha razón, en exigir el cumplimiento de la legislación para unos y otros, pero el incumplimiento de una de las partes no da derecho a que la otra la incumpla, sino todo lo contrario pudiéndole reprochar con toda la razón a quien no la cumpla, y no es bueno para la hacienda pública el que el incumplimiento haga que los ciudadanos se nieguen a pagar las sanciones. Por otro lado no podemos imitar a la dictadura Catalana, donde el 94,2 % lo son exclusivamente en catalán, ya que estos son como los perritos que se mean en cada esquina, para decir aquí he estado yo. Enrique Fernández Iniesta. Valencia.