Según leí en la prensa, Mahmoud Alizaden Azini, delegado en España de Hispan TV, declaró que por fin habían conseguido en España el objetivo de tener de vocero al anticapitalista-comunista Pablo Iglesias frente los partidos PP, Ciudadanos y PSOE. En el debate a cuatro de la pasada campaña electoral Pablo Iglesias arremetió contestando Albert Rivera, por hablarle de su financiación desde Venezuela, diciendo que el Tribunal Supremo lo ha exonerado de esa tal financiación exterior. La cuestión es que Unidos Podemos no ha adelantado al PSOE. Y he leído también que Maduro financió en el año 2014 a una asociación de los políticos de Podemos, a lo que ha contestado Pablo Iglesias que le pidan explicaciones a la asociación, puesto que no sabe ciertamente si recibió o no el dinero.

Pero habla también bien claro sobre la financiación de Podemos, Maryam Rajavi, defensora de los derechos humanos de nacionalidad iraní exiliada en Francia, que ha denunciado reiteradamente sobre este tema a Podemos por el pago, en otro caso, por parte del Gobierno iraní, explicándolo así también otros opositores al régimen.

Irán desoyó siempre las voces de Occidente y sigue violando los derechos humanos, ahorcando a los hombres en las grúas, y sigue vejando y humillando continuamente a las mujeres. Lamentablemente, el antidemocrático régimen de Irán,y por tener interesadas relaciones comerciales EE UU, pacta con ese país. Pero tenemos que recordar que en su tiempo los estudiantes iraníes violaron la embajada estadounidense, territorio en teoría inviolable, y retuvieron al personal estadounidense humillándolo, en la época del Gobierno Carter.

Curiosamente, Italia también ha transigido con Irán por motivos comerciales, con el ayatolá visitante en su último viaje, pues fueron tapando la cultura de las imágenes antiguas por estar desnudas,para que no las viera el mandatario iraní. Insólita situación que me hace reflexionar sobre esas actitudes políticas, y pienso que antes de lo comercial está la dignidad de los ciudadanos de un país. Francisco Javier Sotés Gil. Valencia