Un domingo por la mañana salió a comprar el periódico y sólo se cruzó con un par de personas. La pregunta fue la que tocaba en estas circunstancias: «¿Qué haces por aquí?». Y la repuesta fue la pertinente: «Alguien se tiene que quedar para cuidar de la ciudad». Y es que no todos pueden salir unos días a veranear. Unos porque no tienen ni dónde ni con quién. Otros porque no tienen o tienen demasiado trabajo. También están los que prefieren disfrutar de una ciudad sin tráfico y sin colas en los comercios.

El mal tampoco se va de vacaciones. Los terroristas siguen actuando sin piedad y sin límites. Lo ocurrido en Niza da buena muestra de ello. Algunos se quejan porque no se pueden ir de veraneo y el calor urbano no les deja descansar ni trabajar. Se quejan, pero ahí están, quizá sin saberlo, conviviendo con esos otros que desean morir matando, aprovecharse de los bienes ajenos o divertirse a costa de los más débiles. Dios quiera que esas quejas estériles de aquéllos sigan siendo incomprensibles e injustificadas. Será señal de que el mal no siempre se sale con la suya. Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.