Cuando las fiestas veraniegas comienzan es inevitable fijarse en el comportamiento de los jóvenes ante comas etílicos u otros contratiempos que requieren de ayuda médica. La mayoría de ellos rodean al afectado, mostrando cara de espanto. Algunos deciden no inmiscuirse, otros prefieren permanecer en el sitio mientras el morbo que les produce el dolor ajeno les recorre por las venas. Este comportamiento podría resultar lógico hasta el momento en que el morbo es tal, que ni la camilla de la ambulancia puede acceder al afectado, es en este instante en que el morbo vence al sentido común y la ignorancia de los jóvenes sale a relucir. Este comportamiento podría costar una vida, pero no pueden verlo, están cegados por el espectáculo. Así que, el hecho de ver a los policías y a los auxiliares pretendiendo alcanzar al afectado solo nos hace llegar a la conclusión de que solo hay una cosa más potente que el poder y es la ignorancia. Irene del Carmen Ferrandis Pardo. Catarroja.