Neus Gómez desbarra completamente en su Tercera columna del martes pasado titulada Ninguna esclava, cardenal. Habla en su favor que, con toda probabilidad, no estuvo el día 15 en la catedral escuchando a Cañizares. Solo me detendré en un aspecto, de los varios que me gustaría comentar. El cardenal no llama esclavas a las mujeres, como ella se atreve a afirmar. Lo que hace es poner de ejemplo a las mujeres y a los varones a la Virgen María, que a sí misma se llamó «esclava del Señor». ¡Cultura general, Neus! José María Ferreira. Valencia.

trenes de locomotoras de carbón

Viendo unas fotografías de personas que en la India viajan sobre los techos de los trenes arrastrados por locomotoras de carbón, ya que en general van al mercado cercano a vender productos y si pagaran el billete no tendrían ninguna ganancia pues son muy pobres. Y he pensado a su vez en esos trenes de carbón, de los años sesenta, en que viajé ,y que la carbonilla de la combustión de la máquina que enviaba la chimenea, al darme en los ojos, al asomarme por la ventanilla, me hacía refugiarme en el vagón en el que viajaba. Trenes correo que nos llevaban entre ciudades y que tardaban horas en llegar, ya que tenían que detenerse en todas las estaciones, para dejar las sacas de las cartas, que todos entonces escribíamos y ahora cada día más disminuyen.

Aunque personalmente, actualmente utilizo internet y emito correos electrónicos, los escritos personales y de felicitación navideña los sigo haciendo a mano y sigo enviándolos por correo a amigos y familiares. Aquel traqueteo del tren de máquina de carbón te daba sueño y era su monótono sonido al pasar los vagones por las junturas de las vías. Aunque a veces veo esas imágenes de trenes con locomotoras de carbón en la India abarrotados de personas y de animales, estos en los techos, y aunque siento preocupación por ellos, sigo a su vez teniendo la nostalgia de esos trenes que silbaban y expulsaban su vapor. De hecho cuando he tenido ocasión en Austria y Alemania me he subido en algunos de ellos ,que son turísticos y me he colocado en las plataformas exteriores del vagón para contemplar la máquina de carbón que nos arrastra, y cuando toma las curvas de las vías del ferrocarril. Abogo por esos trenes, que en recorridos cortos y de forma atrayente turística nos volvieran a recordar cuando en España viajábamos en ellos. Francisco Javier Sotés. Valencia.