Lo que está en juego no es la gobernabilidad de los próximos cuatro años; está en juego el futuro de la democracia que está en manos de los jóvenes y adolescentes de hoy. Y estos no pueden ver como Mariano Rajoy vuelve a ser designado democráticamente como presidente del Gobierno tras haberlo sido mientras su círculo más allegado se veía inmerso en tanto caso de corrupción y se iba acabando el Estado de bienestar para la mayoría de los españoles a golpe de leyes que favorecían el mejorestar de una selecta minoría: los suyos.

El no, no debe ser al PP, sino que, incluso desde las filas de este partido, ha de haber un no rotundo a Rajoy y su círculo más próximo. Los jóvenes han de ver que la corrupción no se tolera y seguro que en las filas del Partido Popular hay cientos de militantes con un perfil de capacidad, honradez y talante democrático que pueden asumir la presidencia del Gobierno sin riesgos para la democracia y que permitirían al resto de partidos, sobre todo al PSOE, abstenerse con dignidad. Todo ello, claro está, si el resto de partidos son incapaces de llegar a un pacto para la gobernabilidad del Estado y sin olvidar como Artur Mas tuvo que retirarse a última hora ante la firmeza de la CUP para no aceptar su presidencia. Enric-Guillem Jorro Fort. Valencia.