Felipe González sabía que sus palabras correrían como la pólvora cuando fue entrevistado en la Cadena Ser. Son muchas las voces que lo han descalificado por el daño que provocó desvelando la conversación que tuvo con Pedro Sánchez. Cuando Felipe habla sube el pan, no todos aceptan sus palabras, le recriminan su actitud, ya no lo consideran el líder que estuvo en la Moncloa durante 14 años. Aun siendo un histórico del partido socialista tiene sus luces y sus sombras.

Pero no se puede responsabilizar a Felipe de lo ocurrido en Ferraz tras la renuncia de algunos miembros de la Ejecutiva. Los mismos que encumbraron a Sánchez, obstaculizaron a que Eduardo Madina fuese secretario general. Y ahora, después de haber perdido varias elecciones, han querido apartarlo de su cargo. No me parece democrático el comportamiento tanto de unos como de otros. Las guerras internas dañan la credibilidad del partido, la militancia no está de acuerdo en abstenerse, pero ¿unas terceras elecciones serían un triunfo? En mi modesta opinión, sería un resultado totalmente negativo para el PSOE. En sus manos está tomar la decisión porque cuando dicen que votará la militancia, la militancia son los órganos del partido. Matilde Bartual Sánchez.Valencia.