La consellera Gabriela Bravo ultima la nueva Ley de Memoria Democrática y para la Convivencia. Una bonita frase: las intenciones serán muy democráticas, pero no tienen nada de buscar una buena convivencia, con la creación de un censo de víctimas del fascismo para honrar su memoria. Puestos a decir quiénes son las víctimas, siempre el político arrimará la ascua a su sardina, pues seguro que habrá habido abusos del antiguo régimen, pero también las ha habido sin ser políticos, pues antes de los años 60 los ciudadanos de a pie fueron condenados a tres años de cárcel por robar, o no, una gallina para comer, ya que el régimen necesitaba mano de obra gratuita para realizar las presas, pantanos y otras obras. Todos y cada uno de ellos fueron condenados sin poderse defenderse, ya que por su ignorancia y falta de medios no tuvieron defensa alguna.

En resumen, siempre que se dice de hacer algo democrático, estamos en el mismo punto, es decir reparar las causas políticas. Como dice el dicho, hay que tener amigos hasta en el infierno, para que no te coma la mierda. Pero de justicia y de convivencia nada de nada, ya que la justicia siempre tiene el color del poder político. Enrique Fernández Iniesta. Valencia.